Hace nos días cubrí un acto de Sociedad Civil Catalana (SCC) para conmemorar el atropello de las leyes de Desconexión y de Transitoriedad. La verdad es que la cosa prometía porque había cuatro primeros espadas.
David Pérez (PSC), Carlos Carrizosa (Ciudadanos), Alejandro Fernández (PP) e incluso Lluís Rabell (ex Comunes). La presencia de Rabell, hombre de izquierdas, entre tanto facherío era un aliciente. Todo ello moderado por Iñaki Ellakuría (El Mundo).
De hecho, lo primero que hice tras terminar el debate fue felicitarlo. Se da la circunstancia que, el día del célebre discurso de Joan Coscubiela, yo estaba en el hemiciclo. Junto a los fotógrafos y a poquísimos metros, pues, del propio Coscu. Se me puso la piel de gallina.
El debate dio para mucho aunque evidentemente no hay un frente constitucionalista. Vox no asistió porque va a lo suyo y debe estar creciendo como la espuma en las encuestas. El PSC hace una oposición light. Ciudadanos está en franca descomposición y el PPC, con tres diputados, hace lo que puede.
Pero como eran primeras espadas el debate dio mucho de sí. Alejandro Fernández, el del “saltador de pertiga noruego”, dijo que el proceso era “un nacionalismo populista con tintes autoritarios” en el que Puigdemont ejercía de “caudillo en pleno siglo XXI”.
“Tuvieron la delicadeza de decir que la Ley de Transitoriedad era transitoria”, añadió en alusión a aquella ley que hacía que el presidente de la Generalitat nombraba, en caso de independencia, al futuro presidente del Tribunal Supremo.
Para el presidente del PPC, “la verdadera ruptura” fueron aquellas dos leyes y se produjo también una especie de corte psicológico. “Había gente que parecían personas sensatas y que, de golpe y porrazo, era impensable hablar con ellos”.
Lluís Rabell, ex Comunes, explicó que aquellos días “pesan todavía como una losa en la política catalana” y se acordó de los alcaldes con las varas que inundaron el Parlament. “Venían para presionar a los suyos”, insistió.
Rabell, que acaba de publicar La izquierda desnortada, se preguntó: “¿Quién demonios pudo redactar unas leyes así?” porque, en su opinión, era “la imposición de una parte del país sobre la otra”. “El nacional-populismo nos sumergió”, añadió.“Reconocían que se habían tirado al abismo porque no podían hacer marcha atrás después de lo que se había dicho”, prosiguió.
Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, incidió por su parte en que “estaban engañando” al Gobierno de Madrid y que en Moncloa “no se acababan de creerlo” mientras que el socialista David Pérez, que tuvo que aguantar algún abucheo, coincidió con Rabell que fue “la mitad del país contra la otra mitad”.
Confesó que un día que le pilló una manifestación “llegué a tener miedo” porque le reconocieron. Alejandro Fernández tomó entonces la palabra para insistir en que, si pueden, “lo volverán a hacer”. “El proceso ha mutado”, destacó,
A su juicio tiene raíces psicológicas: “hay un complejo de inferioridad y de superioridad. Nos llaman colons y ñordos pero cómo es posible que estos nos tengan colonizados, se preguntan”.
Para Rabell el propblema final es que “los catalanes nos miramos mucho al ombligo y nos creemos que somos el centro del mundo”.