El profesor de historia de la UAB David Martínez Fiol (Barcelona, 1963) afirma que “la Generalitat de los años 30 era una repartidora” de cargos y empleos públicos. “Era una práctica habitual en toda administración”, añade en esta entrevista con e-notícies celebrada en su despacho universitario.
Martínez Fiol es experto en el tema como autor de “Leviatán en Catauña (1931-1939). La lucha por la administración de la Generalitat republicana” (Espuela de Plata, Sevilla, 2019) y del anterior “Estatisme i antiestatisme a Catalunya (1931-1939). Rivalitats polítiques i funcionarials a la Generalitat” (Abadia de Montserrat 2008).
“El catalanismo siempre había planteado que si había un estado corrupto era el Estado español” y que “se podría crear una alternativa de estado honesto y honrado” pero que cuando gobiernas “por regla general las prácticas administrativas acaban generando favoritismo y corrupciones”.
El historiador revela en su libro que “la revolución repulbicana de abril de 1931 se nutrió, en parte, del apoyo de un contingente importante de elementos catalanistas procedentes del sector de los servicios que aspiraban a servir a la Catalunya Lliure prometida por Macià”.
(Primera parte)