La teoría de la conspiración con el atentado de las Ramblas -que el Estado a través del CNI había tolerado la acción terrorista para acabar con el proceso- apenas se ha mantenido 48 horas. A estas alturas solo la presidenta del Parlament, Laura Borràs, insistía en una entrevista con Josep Cuní este viernes que “el gobierno español no quiere saber qué ha pasado”.
Borràs fue de las primeras en alimentar la teoría de la conspiración, incluso antes que Pere Aragonès, y anunció que iba a encargar a los servicios jurídicos del Parlament presentar una querella ante fiscalía. En el caso que los servicios jurídicos de la cámara sigan adelante previsiblemente será archivada porque es cosa juzgada.
En la tarde del jueves sólo algunos dirigentes de Junts -la propia Borràs, Míriam Nogueras, Elsa Artadi- insistían en la teoría de la conspiración junto a algunos digitales en la órbita del proceso como Vilaweb, El Nacional o Nació Digital.
La prensa de papel más soberanista -como el Ara o El Punt-Avui- también han aflojado. El Ara, próximo a Esquerra, publicó un editorial el miércoles pero ayer ya sólo una información sobre las conexiones del imán de Ripoll con el CNI que terminaba con un interrogante.
De los primeros en desmarcarse de la teoría de la conspiración fue el director de La Vanguardia, Jordi Juan, el pasado miércoles -al día siguiente de estallar la polémica- en la que calificó de “frívola” la teoría del excomisario y que no se sustentaba “en ningún tipo de prueba”.
Josep Martí Blanch, que había sido secretario de comunicación de Mas durante cinco años y sustituyó a Rahola en La Vanguardia, también se desmarcaba este jueves con un explícito título de “abrazarse a un excremento”. “Nadie en su sano juicio político puede dar credibilidad al señor Villarejo”, afirmaba.
Incluso el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que se apresuró a pedir expliaciones el pasado martes y exigió al Gobierno español las “investigaciones pertinentes” frenó en su conferencia en Madrid y admitió la falta de credibilidad del comisario.
Todo empezó el martes cuando, en uno de sus juicios, Villarejo afirmó que había sido un “error grave” del entonces director del CNI, Félix Sanz Roldán, y que se le fue de las manos pese a que sólo quería provocar “un pequeño susto en Cataluña”.
La declaración fue rápidamente difundida por TV3, Catalunya Ràdio, el portal de la Corpo y el resto de digitales soberanistas. Los que han quedado más tocados tras la polémica han sido el expresident Puigdemont, que vio “manos manchadas de sangre” por parte del Estado; el exvicepresidente Puigeneró, tmabién de Junts, que rápidamente pidió también una “investigación internacional” y el cantante retirado Lluís Llach, que se apuntó igualmente a la teoría de la conspiración.
Entre las voces mediáticas de las pocas que insisten es la periodista Sílvia Coppulo, en El Periódico, que son “verosímiles” las declaraciones del excomisario; pide la comparecencia de Pedro Sánchez; y una comisión de investigación. Coppulo era considerada una periodista próxima al PSC -fue una de las estrellas de ComRàdio- hasta que con el proceso se pasó al soberanismo.
No es la primera vez que el idependentismo se apuntaba a la teoría de la conspiración con el atentado de las Ramblas. En julio del 2019 hasta pidió explicaciones a un mosso d’esquadra, Roger Heredia, tertuliano habitual de TV3 en un programa de la cadena sin que la presentadora expresara la más mínima duda.