El Gobierno y los partidos decidirán mañana si finalmente se celebran las elecciones al Parlamento el 14 de febrero o se posponen en mayo o en junio, pero el entonces presidente Quim Torra se resistió a convocarlas aunque hace un año afirmó que la "legislatura no tiene más recorrido" y que "ningún gobierno puede funcionar sin unidad y sin lealtad". Esto dio tiempo a JxCat para organizarse como formación política y, de hecho, los comicios se convocaron automáticamente después de que Torra fuera inhabilitado por un delito de desobediencia y el Parlamento agotara el plazo para invertir un nuevo presidente.
El hombre de confianza de Oriol Junqueras y ex asesor del vicepresidente Pere Aragonès, Sergi Sol, expone en un artículo en El Periódico que "el Govern sopesa qué decisión tomar, y crecen las incógnitas mientras al contrario el aparato de Juntos ( partido gobernante aunque no siempre lo parezca) las exige altavoz en mano".
"Sorprende ahora, al contrario, tanta vehemencia, ya que si las elecciones no se celebraron en su día fue exclusiva mente por una decisión de este partido, fruto de un acuerdo que más pareció una venganza. El presidente Torra renunció a convocar las elecciones que él mismo había situado como imprescindibles tras dar la legislatura por liquidada", añade.
Sol remarca que Torra "dio a Puigdemont el tiempo que quería para engrasar la maquinaria electoral y cada uno puso y depuso en el Consejo Ejecutivo". No haber aprovechado la ventana de oportunidad veraniega, como sí hicieron responsablemente vascos y gallegos, ha traído problemas evitables en la gestión pandémica, sometida al torbellino electoral por la pugna entre republicanos y nacionalistas", sentencia.
El ex secretario de comunicación del Gobierno en época de Artur Mas, Josep Martí Blanch, en otro artículo el mismo día recuerda que "la holgazanería sobre esta convocatoria electoral es antigua" y recuerda que "en enero de 2020, Quim Torra sacralizar el final de la legislatura desde el punto de vista político afirmando que su Gobierno no tenía recorrido y que tras la aprobación de los Presupuestos convocaría elecciones".
"No sólo no lo hizo -subraya- sino que, en la agonía de su mandato, viajó en Colliure y pactó con Carles Puigdemont alargar una legislatura moribunda. Aceptaba así que el Gobierno quedara en precario medio de una pandemia de resultas de su inhabilitación, tan exagerada como previsible".
Martí Blanch lamenta que este pacto se hizo para preservar "la salud de JxCat, que necesitaba tiempo para hacer sus deberes congresuales y decidir candidato" y también señala que "después vino otro pacto, esta vez con ERC. Los republicanos se avinieron a firmar un documento privado con JxCat en el que los poderes ya limitados del vicepresidente en funciones de presidente -como acordaron llamar Pedro aragonés- quedaban desde el punto de vista político aún más restringidos".
Finalmente, apunta que Esquerra "no romper la baraja cuando podía hacerlo" y cree que fue porque "se mantuvo indolente porque su estrategia electoral pasaba y pasa por no dar muestras de impaciencia a querer ganar las elecciones, temerosos que esto les pueda tomar votos".