El ex delegado de la Generalitat en Austria y Europa Central (2015-2017) y uno de los encausados por el Tribunal de Cuentas, Adam Casals, ha expuesto en un artículo en el Ara que "no somos traidores los que osamos insinuar que ya hace tiempo que habría que dar la vuelta" y ha añadido que "en este momento histórico, Ítaca no es viable; ni sabemos dónde está, ni nadie sabe cómo, ni tiene la intención, de llegar".
Casals expone que "más allá del crecimiento del riesgo de pobreza, el postproceso sigue acumulando méritos como más inseguridad en las calles, la bajada histórica en el uso social del catalán o el fomento de la polarización y el extremismo en la política, a Cataluña y en toda España". "Es más fácil repartir premios al botifler del año que no reconocer que el largo camino no lleva a ninguna parte", remarca.
El ex alto cargo apunta que "también en Cataluña existe la sospecha fundada de que, a la hora de la verdad, el independentismo ha elegido conservar el poder, y no hacer acción de gobierno o transformar el país en beneficio de la ciudadanía ". Por otra parte, denuncia el "sectarismo" de la Caixa de Solidaritat, que se negó a ayudarle porque "no muestro 'suficiente espíritu de combate".
Finalmente, manifiesta que "estoy muy orgulloso de no tener espíritu de combate, nunca fui a ninguna guerra, nunca trabajé ni trabajaría para buscar el enfrentamiento entre catalanes, ni tampoco con el resto de España". "Vivimos en un país orgullosamente complejo, plural y mestizo, y esa es la realidad que seguramente asusta aquellos que se dedican a hacer listas para separar los buenos de los malos catalanes", sentencia.